Una voz me habita,
resuena en las costillas,
implacable,
me impone su compás,
criatura insatisfecha,
duende insomne,
que maúlla reclamos,
golpea mi garganta,
escarba en mis entrañas,
y me increpa susurrando sus deseos.
Acreedora interesada,
trepa por mi boca,
se abre paso entre los dientes,
traspasa carne, piel,
me reclama sin descanso haber cumplido su condena
la voz del que no fui.